martes, 1 de mayo de 2012

el creador


El creador
Por samael mayfair linoge

Introducción

El escritor estaba sentado en la terraza de un pequeño restaurante del centro, tenía ante sí una humeante taza de café. Estaba leyendo, devoraba cada palabra con un hambre insaciable, la historia era muy buena, se desconecto del mundo, dejo de oír los sonidos propios de la calle y del café, estaba inmerso en la historia, viéndola con el ojo de la mente, deleitándose con esa extraña sensación de arrobamiento, de total abstracción que le invadía cuando leía una buena historia. De pronto un gato negro salto a la mesa, olio su café, se sentó y lo miro fijamente. Bajo el libro, mirando con sorpresa y curiosidad al gato. Tenía los ojos amarillos con la pupila negra, pero sus ojos eran… diferentes,  en especial el iris, era como si vibrara, acerco su rostro al del gato para ver sus ojos con más detalle. Comenzó a ronronear, los ojos del gato se hicieron más y más grandes, podía ver el iris con más detalle y se dio cuenta con oscura fascinación que su iris amarillo era de fuego y de este salían los cuerpos hasta el torso de muchas personas que se retorcían en una interminable agonía, casi podía oír sus gritos, sus incontables gritos. Era como si estuviera viendo el mismo infierno, se percato que oía una voz femenina cantando una sórdida canción, podía sentir el calor del fuego y ver los ojos ciegos de los miserables en su agonía. El gato se volvió, rompiendo así el extraño hechizo que lo envolvía, una mesera se acerco para quitar al gato de la mesa, mascullando una disculpa, este, al verla, erizo el pelo de su lomo y bufo mostrándole los dientes, la mesera se detuvo en seco, abriendo los ojos como platos, levantando las manos a la altura de la cara intentado protegerse de un ataque inminente, el escritor estaba asombrado, viendo como el gato mostraba cuan peligroso podía llegar a ser, pero incluso en ese gesto de defensa había algo diferente y al parecer la mesera también lo notaba, por eso retrocedía lentamente con el rostro desencajado por el miedo. Todos los demás clientes del restaurante los miraban, se levanto, dejo dinero en la mesa, tomo al gato que se acurruco dócilmente en sus brazos y se fue del café rápidamente.

Estaba en la sala de su apartamento, sentado en un sillón de respaldo alto, masajeaba su barbilla con gesto pensativo mientras veía al gato. Este estaba explorando el lugar, oliendo todas las Cosas, recorriendo todos los espacios.
-mmm ¿de dónde saliste?- pregunto intrigado el escritor.
El gato al oírlo se detuvo, como si hubiera recordado de pronto su existencia y lo volteo a ver, lentamente se acercó y de un salto llego hasta el descansa brazos izquierdo y allí se sentó. Lo miraba directamente a los ojos. Comenzó a ronronear y sus ojos se fueron haciendo cada vez más grandes, llenándolo todo. Vio de nuevo ese círculo de fuego líquido, lleno de almas quemándose, podía sentir el fuego abrazador mientras se iba acercando, pero acabó siendo atraído por el inmenso pozo negro de la pupila, comenzó a sentir mucho frio, cayo dentro de la helada brea negra y se fue hundiendo, lenta y pesadamente, trato de luchar hasta el último instante pero todo fue en vano, de pronto todo fue oscuridad.




1
La prisión

Lo despertó el frio, estaba tendido en el piso de lo que parecían ser adoquines de piedra, le dolía todo el cuerpo como si le hubieran dado calambres, se levantó lenta y pesadamente, estaba desorientado, no recordaba donde estaba ni como había llegado allí.

Estaba en una habitación cuadrada, sumida en la penumbra, estaba vacía y la puerta estaba medio abierta, era una gruesa y pesada puerta de hierro. Aun en la oscuridad pudo distinguir débilmente unos profundos arañazos en su cara interior. No podía dejar de temblar. Al parecer estaba en una especie de celda, camino lentamente hacia la puerta y salió de la habitación, estaba en el final de un estrecho pasillo flanqueado por puertas parecidas a la suya, olía a humedad, a tierra y había un profundo olor a podredumbre, hacia frio, mucho frio.  Camino arrastrando los pies. Al llegar al primer par de puertas, abrió la de la derecha, la imagen dentro le hizo estremecerse, uno de los rincones estaba lleno de sangre, pero la mancha estaba algo rara, era como si una bolsa llena de sangre hubiera explotado, sobre el suelo había pequeñas porciones de lo que parecía ser carne, algunos gusanos se arrastraban por el piso. Cerró la puerta y trato de contener el vómito, la puerta de la izquierda estaba cerrada, pero al tratar de abrirla pudo oír el sonido suave de un cuerpo al arrastrarse, continuo caminando con los brazos cruzados para intentar darse algo de calor, llego al siguiente par de puertas, la de la derechas estaba hecha pedazos, como si la hubieran reventado desde adentro, se asomó hacia adentro de la celda, las paredes estaban llenas de lo que parecía ser escritura, al verla le recordó a la cultura sumeria, las paredes estaban escritas con pintura roja o quizás fuera sangre, de eso no estaba muy seguro. Entro en la celda, no había ni un solo espacio libre de escritura, si tan solo pudiera leerla.

Los ojos comenzaron a arderle, le dolía la cabeza, era un dolor intenso, pero así como llego, ceso, al volver a ver las paredes descubrió desconcertado que la escritura era más legible, hasta podía leerla, trato de buscar el inicio y lo encontró en la parte superior izquierda de uno de los muros. Comenzó a leer.

Año de nuestra señora blanca 1587.
Al despertar no sabía en donde me encontraba o como había llegado aquí, pero después fui recordando, los engendros me secuestraron. Llegaron al anochecer, las personas de mi aldea regresaban después de un largo día de labores en el campo, la cena en la mayoría de las casas se ponía al fuego mientras los campesinos descansaban, entonces llegaron los engendros, eran demasiados, como si fueran un enjambre de insectos. Atacaron a todos, casa por casa, descuartizando a mujeres y niños. A algunos nos apresaron y nos apartaron a una colina cercana. Nos hicieron esperar mientras veíamos arder nuestra aldea, mientras veíamos morir a nuestra gente. Después de que arrasaron la aldea nos llevaron arrastras a otras aldeas cercanas, repitiendo el mismo patrón, destruir, despedazar y apresar a algunos, después tomamos camino hacia el oeste, hacia el gran mar.

Nunca había visto el gran mar, era tierra prohibida. Caminamos durante días, conforme nos fuimos acercando, podíamos oír el rumor lejano del mar, era horrible, como una gran bestia respirando, había olor a sal en el aire.
Por fin lo vimos, nunca había vista nada más majestuoso en mi vida, era tan hermoso y a la vez tan aterrador. El agua era de color verde botella, el cielo estaba nublado y al mar lo cubría una densa capa de niebla, se sentía mucho frio, el mar en si era hermoso, la niebla era la que inspiraba terror.

Llegamos a una solitaria playa de fina arena blanca, la arena parecía ceniza, comenzó a caer una ligera llovizna. En la playa había un bote al que nos hicieron subir, y algo más lejos  se veía un gran barco, lo conozco por las ilustraciones que he visto en libros y por los cuentos de los viejos a los que les he prestado atención. Nosotros tuvimos que remar hasta el barco, este era de una madera ennegrecida por el tiempo con algunos tonos de verde debido, me supongo, al musgo. Las velas eran negras con una serpiente roja en el centro, tenían los bordes algo desgarrados por el tiempo. Abordamos y rápidamente nos replegamos en un pequeño grupo. El barco estaba lleno de monstruos, seres malditos como no se había visto en siglos. Uno de ellos se acercó a nosotros, comenzó  olernos y de pronto tomo a un joven de no más de 15 años y lo arrojo a la multitud gritando, -¡¡¡hay tienen la cena!!!- los monstruos le cayeron encima peleándose por obtener un pedazo de él como cuervos alrededor de un cadáver, nos metieron violentamente a una mazmorra donde nos dejaron por días, de vez en cuando bajaban por alguno de nosotros para alimentar a la tripulación. Algunas veces parábamos cerca de la costa y nuevos prisioneros se nos unían. Nos alimentaban  con un guiso nauseabundo que temíamos fuera hecho de nuestros compañeros caídos, pero al final el hambre nos hacía comer. Al fin después de mucho tiempo de viaje, nos sacaron a cubierta, estábamos frente a una isla, estaba sumida en la oscuridad, había una inmensa y siniestra nube sobre ella, de la cual algunas veces caían rayos. Nos metieron en varios botes y remando fuimos hasta ella, en el camino pude ver enormes criaturas en la lejanía, aunque creo que eran delirios debido al estrés de vivir esa pesadilla.

Llegamos a la isla, el suelo estaba cubierto de oscuras cenizas, y profundas grietas, caminamos por horas, cada vez más adentro, hasta que llegamos a un páramo rodeado por cadenas montañosas y al final de este había unas ruinas. Faltaba poco para llegar a las ruinas que estaban en un acantilado cuando se oyó un sonido que atravesó todo el páramo, era parecido a un aullido o al sonido de un cuerno de batalla. De las grietas del suelo empezó a salir una espesa niebla que nos inspiraba una desmedida repugnancia. No pudimos evitar el correr hacia las ruinas, mientras los monstruos solo reían, a los más rezagados de nosotros, a los que toco la niebla, solo los vimos desaparecer entre gritos de terror, eran jalados hacia atrás por algo parecido a una cuerda o un tentáculo, se los tragaba la niebla y solo oíamos sonidos de mordidas. Al cerrar los ojos aun puedo oír sus gritos

Fuimos arrastrados hasta un enorme edificio de piedra tallada, el edificio era más alto que el árbol más alto que yo hubiera visto, quizás era lo que los viajeros llamaban “castillo”, al llegar a la enorme puerta de hierro, esta comenzó a bajar entre rechinidos. Empecé a sentir mareo y cansancio, mucho cansancio. Me percaté de que una mujer estaba cantando, ¿pero cuánto llevaba cantando? No lo sabía y tampoco sabía porque no me había percatado de su voz hasta este momento, mis piernas empezaron a fallarme y caí cuan largo era, luchaba por mantener mis ojos abiertos pero era una tarea casi titánica, la puerta acabo de bajar y lo único que alcance a ver antes de perder el conocimiento fue una mujer con un vestido rojo que ondeaba aunque no percibía viento alguno.

Desperté en una especie de celda con otras cuatro personas, nos dejaron allí dos días, sin alimento y sin agua, hablábamos poco, todos estábamos preocupados por nuestro futuro. Algunos decían que nos esclavizarían, otros que nos obligaría a unirnos a su ejército, pero hasta donde yo sabía no estábamos en guerra, las guerras había acabado hace mucho, antes incluso que yo naciera. Otro decía ser un viajero, que estaba en mi aldea solo de paso por esa noche, estaba terriblemente asustado ya que se corrían rumores de que había un grupo de personas que se adentraba en el desierto a hacer “extraños ritos” para despertar “ciertos poderes”, lo preocupante era que se tenía la sospecha de que realizaban sacrificios humanos, su historia nos hizo sumirnos otra vez en el silencio mientras oíamos gritar y hablar a otros en celdas vecinas.
 Al segundo día vinieron por nosotros. Enormes monstruos parecidos ya solo vagamente a hombres, nos llevaron por el pasillo hacia una enorme escalera de caracol tallada en piedra que descendía hacia la oscuridad, bajamos peldaño a peldaño amedrentados por garras y gruñidos, he iluminados por antorchas de un corrupto fuego verde enclavadas en las paredes. Bajamos por mucho tiempo, algunos empezaron a quejarse, hasta que uno de los monstruos arrojo a uno de ellos al vacío y después de un largo grito oímos como se estrellaba en el fondo, los monstruos al oír esto parecieron reír de manera grotesca, ya nadie se quejó. Por fin llegamos al fondo de las escaleras donde estaba el cuerpo destrozado de nuestro compañero, lo miraron, algunos con terror, algunos otros con envidia porque para él la pesadilla ya había acabado y nosotros aun no sabíamos que nos deparaban estos monstruos, el ambiente estaba muy viciado, olía a humedad y polvo, pero sobre estos, nos llegó casi como una bofetada, el horrible olor de la carne descompuesta, todos nos tapamos la nariz tratando de escapar de aquel hedor pero era inútil, ya que parecía atravesar la piel. En una de las paredes del enorme pozo por donde habíamos bajado estaba una inmensa puerta de  metal negro, con muchas figuras talladas, eran persona que sufrían, -las puertas del seol- pensé, uno de nuestros guardias abrió la puerta con una llave que llevaba sujeta al cuello, al abrir la puerta llegamos a un enorme sótano, debía ser más grande que toda mi aldea, en la parte central, en el piso, estaban pintados extraños símbolos ajenos a todo cuanto yo allá visto. Un viejo que estaba con nosotros y en el cual yo no había reparado hasta ese momento no paraba de decir, -¡quieren traerla de vuelta!, ¡quieren traerla de vuelta!-, -¿a quién?- pregunte pero el viejo no pareció escucharme seguía hablando aunque ahora ya solo era un susurro incesante…

La escritura continuaba más abajo aunque había cambiado bruscamente

No puedo continuar con mi relato de lo ocurrido aquí, simplemente mi mente se nubla al tratar de recordar algo, solo entre logro ver en mi mente fragmentos aislados de lo que quizás paso allí, a veces veo sangre corriendo por el piso, oigo gritos de agonía y veo algo gestándose, moviéndose en el centro de los extraños símbolos en el piso. Tengo miedo de dormir, las pesadillas me abrazan apenas cierro los ojos y son terribles, no durare mucho así, ahora puedo entender por qué algunos prefirieron el suicidio a este martirio, aquí pasa algo malo, algo terrible y esas criaturas quieren invocarlo, traerlo de vuelta de donde sea que “eso” anide y le pido a la diosa que fracasen, pues traerán la ruina sobre todos los pueblos de la diosa, sobre toda la tierra de ciel.

Una vez más la escritura cambio pero ahora había cambiado el tipo de letra.

Me trajeron hace unas horas, fui arrancado de mi aldea por unas criaturas salidas de una pesadilla, al llegar a este enorme edificio me desmaye cuando su enorme puerta comenzó a bajar y desperté aquí, en esta sucia celda, al parecer no fuimos los primeros en ser traídos aquí, según pude averiguar con los otros prisioneros. Según ellos, los prisioneros no duran mucho, al traerlos los dejan en estas celdas por un par de días y esas criaturas parecidas vagamente a hombres se los llevan en grupos pequeños, y no regresan, salvo el, dicen que es él que más tiempo lleva aquí. Leí su relato escrito arriba y al parecer uso su propia sangre para escribirlo, tiene los dedos destrozados, aunque me pareció buena idea escribir lo que nos pasa, ya no para encontrar ayuda, pues eso es algo que al parecer nunca tendremos, sino para prevenir de su futuro a los nuevos prisioneros que traigan y para pasar el tiempo. Algo debió de haber pasado en ese sótano “el” como todos lo llaman solo está sentado recargado en uno de los muros, no lleva camisa y parte de su cara así como todo su pecho están cubiertos de sangre seca, dicen que después de subir comenzó a escribir su historia después dicen que se desmayó y tuvo una pesadilla ya que despertó gritando, al parecer se había hecho pequeños cortes en las yemas de los dedos (como estoy haciendo yo ahora) para escribir su historia pero al despertar de su desmayo se mordió los dedos brutalmente y comenzó a escribir con violencia, después solo se sentó allí a murmurar cosas inentendibles y de vez en cuando se muerde los dedos hasta hacerlos sangrar.

“El” me tiene con los nervios de punta, no para de mirarme, ha dejado de murmurar y de mordisquearse los dedos, ¡¡solo me mira!! Es mi imaginación o ¿las pupilas se le están poniendo negras?, ahora respira ruidosamente apretando los dientes y gruñendo levente, ¿qué demonios paso en ese sótano? 


Dejo de leer, un ruido lo saco de concentración, era como una especie de rechinido, continuo y monótono, se asomó vacilante por la abertura de la puerta pero no oyó ni vio nada, salió con cautela, reviso la puerta de la izquierda, la que quedaba justo en frente de la puerta de la historia, al parecer era de allí de dónde provenía el sonido. Al abrirla se estremeció presa del terror, dentro había muchos cuerpos colgados de ganchos, sujetos con cadenas del techo, por lo que podía ver muchos de los cuerpos ya estaban en un avanzado estado de descomposición y uno de ellos, se balanceaba del gancho lentamente, como si alguien lo hubiera movido se dio media vuelta y corrió con un grito desgarrándole la garganta que intento y milagrosamente pudo contener, salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí, estaba de nueva cuenta en el pasillo.
Se metió otra vez al cuarto con las paredes escritas, se paseó un rato por la habitación tratando de calmarse, aun no recordaba como había llegado allí o donde estaba. oyó el sonido de una vieja puerta al abrirse, el miedo hizo presa de él y se re pego a una de las paredes, escuchaba pesados pasos que se dirigían hacia él, algo se detuvo frente a su puerta, por las grietas de la puerta solo pudo ver unas pesadas y sucias botas de trabajo oía una ruidosa respiración, la criatura abrió la puerta frente a la suya y entro, se oyeron algunos ruidos raros, después volvió a oír las pesadas pisadas y el ruido de algo arrastrándose, vio salir a la criatura y detrás de ella pudo ver que arrastraba con un gancho uno de los cuerpos, se llevo una mano a la boca para tratar de detener un grito, al darse cuenta que el cuerpo aún estaba con vida, pues este levanto lentamente el rostro, hasta que lo vio directo a los ojos. Cerró los ojos y espero hasta que oyó como volvía a cerrarse la puerta.

Se levantó lentamente apoyándose en la pared, las piernas le temblaban y se negaban a sostenerlo, el cuerpo que la criatura arrastraba no podía estar vivo, eso debió imaginarlo debido al estrés mental de la situación. Salió lentamente de la habitación en la que estaba, y continúo recorriendo el pasillo ignorando ahora las puertas que lo flanqueaban, en el piso de adoquines se podía distinguir el rastro de sangre que había dejado el cuerpo al ser arrastrado.

Llego al final del pasillo, ahora solo tenía dos opciones ir por la puerta de la izquierda por donde iba el rastro de sangre o ir por la puerta de la derecha, miro ambas puertas y al final decidió ir por la de la derecha, atravesó la puerta y llego a un enorme túnel de adoquines, abovedado, con el suelo de tierra. Debía medir unos quince metros hasta la parte más alta del techo. Apestaba, había un penetrante hedor que parecía inundar todo el túnel, los adoquines parecían emitir un débil brillo de un color verde sucio y parecían cubiertos de una especie de sustancia parecida a la glicerina. Y ahora se encontraba con el mismo problema, había dos direcciones a donde podía ir, izquierda o derecha, se tapó la nariz con la mano aunque el fétido olor parecía penetrar la piel. En ese momento comenzó a oír el débil sonido de canticos acompañados de tambores del lado izquierdo, pero había algo de impío y repulsivo en esos sonidos así que decidió ir por el lado derecho. Camino a paso rápido tratando de dejar atrás los desagradables canticos, a los costados del túnel, encontraba otros túneles que iban en distintas direcciones como si fueran ramificaciones del túnel principal por donde él iba, decidió no internarse en estos ya que sería fácil perderse y al parecer esa red de túneles debía ser inmensa. De pronto oyó un sonido detrás de él, se detuvo en seco, tratando de agudizar su sentido del oído para ver si lo volvía a escuchar, pasaron unos instantes y ya cuando pensaba que posiblemente lo había imaginado volvió a oírlo, era el sonido como de algo deslizándose por una superficie húmeda, algo que se arrastraba y recordó la sustancia viscosa y transparente que cubría todo el túnel. Podía oír como el sonido se iba acercando a donde estaba y al parecer debía ser algo enorme,  su mente comenzó a imaginarse que extraña criatura podía estar produciendo ese sonido, que ahora estaba acompañado de una especie de bufido semejante a una respiración. Lo invadió el terror, comenzó a correr sin voltear hacia atrás emitiendo pequeños chillidos, hasta que llego a un enorme arco de piedra que parecía ser la boca o entrada del túnel. Detrás de este había un enorme pozo de quizás treinta metros de circunferencia y el inicio de una enorme escalera de caracol tallada en piedra que descendía flanqueando el pozo. Se asomó al pozo pero la profundidad se perdió en la negrura, volteo hacia atrás y vio a lo lejos algo enorme moviéndose a una velocidad aterradora, comenzó a descender por la escalera, tomo una antorcha de un extraño fuego verde que estaba enclavada en el inicio de la escalera y comenzó a bajar casi corriendo los escalones, pegado a la pared para no ser presa del vértigo de la altura, aun podía escuchar el sonido de esa “cosa” al moverse y los bufidos entrecortados que al parecer eran su respiración.

Llevaba bajando ya bastante tiempo incluso se había parado a descansar dos veces, pensó en regresar pero el solo recuerdo de la cosa allá arriba lo hacia desistir, así que continuaba bajando y a medida que lo hacia el aire se tornaba más pesado y el hedor parecía hacerse más fuerte, he incluso el frio parecía aumentar, aun así continuo bajando principalmente motivado por una impía curiosidad debido a lo que había leído en la celda, quería ver que había en el sótano.

Por fin llego al fondo, pero se detuvo, presa del terror, cuando ya solo faltaban unos metros para llegar abajo. En el fondo del pozo, en la parte central, había un inmenso capullo, casi del ancho del pozo, estaba cubierto por una sustancia viscosa que parecía una telaraña, termino de bajar y se acercó curioso con un miedo creciente en su interior, hasta que estuvo enfrente del extraño capullo y en contra de todo lógica, lo toco. Puso su mano sobre el capullo y pudo sentir aterrorizado la vida que había dentro, pudo sentirla latir, revolviéndose dentro. Trastabillo hacia atrás asustado, pensando que irremediablemente se caería, cuando una puerta detuvo su caída, se dio media vuelta al sentir la extraña superficie y se quedó sin palabras. Estaba ante una enorme puerta de metal negro de doble hoja, adornada con múltiples figuras de personas en agonía, parecía como si estuvieran hundidas hasta el torso en el metal de la puerta y estaban hechos hábilmente, ya que se podía apreciar los detalles de cada rostro, de cada mano, casi parecía que se movieran y sobre la puerta estaba la figura tallada de lo que parecía un demonio devorando un cuerpo. Su mano obedeciendo al parecer un impulso propio se posó en el tirador de la puerta, se sentía caliente, agradablemente caliente y abrió la puerta, una luz rojiza lo inundo todo y sin dudarlo un solo instante entro. La puerta se cerró tras de el con un leve chasquido.

Tuvo una sensación de caída, algo parecida a un escalofrió cuando despertó, estaba tendido en el piso, boca arriba y al despertar se incorporó hasta quedar sentado. Estaba en su habitación, tenía frio, mucho frio, no podía parar de temblar, se levantó lentamente y fue hasta su cama tiritando, se cubrió con varias cobijas pero el frio no lo abandonaba por completo he imagino que quizás ahora ya no lo abandonaría nunca. Paso el resto de la noche en vela, no podía cerrar los ojos, no quería hacerlo, pues apenas los cerraba horribles pesadillas lo invadían.





































2
Respuestas

Llevaba varios días sin salir de su casa, trataba de recuperarse de la extraña experiencia que había vivido, trataba de olvidarla. Aunque se decía que solo debía ser un sueño muy vivido, una pesadilla salida de los libros de terror que le gustaba leer. Desde que despertó en el suelo, sintiendo un frio que le penetraba hasta los huesos, no había vuelto a ver al gato y agradecía que así fuera, aunque gran parte de él si lo quería, quería descubrir si lo que había vivido era verdad, saber qué es lo que había soñado o a donde había ido, pues de su “extraña experiencia” solo podía recordar retazos de recuerdos, imágenes inconexas y mientras más se esforzaba por tratar de recordar más se le escapaban esos recuerdos, como arena fina entre los dedos. Así que regreso a su vida normal distrayéndose en su nueva novela, ciel, la cual por fin había acabado y salió a llevársela a su editor.

Regreso a su apartamento al anochecer, abrió la puerta y se detuvo, algo estaba mal, las lámparas que estaban a ambos lados del sillón de tres plazas estaban encendidas, manteniendo la sala a media luz, antes de dar un paso más supo que había alguien adentro de su apartamento, aun así entro lentamente, trato de recordar en qué lugar había puesto el viejo bate que tenía desde niño, creía que lo había dejado en la cocina. Si tan solo pudiera llegar hasta allá, le daría un buen susto al ladrón que se había atrevido a entrar en su casa. Se asomó a la sala y un movimiento lo puso en alerta, pero solo era el gato que estaba sentado en el sillón y lo miraba fijamente, así que por fin se había dignado a regresar, verlo le hizo sentir una extraña mezcla de terror y alegría. Paseo la mirada por la habitación vacía, se dirigía a la cocina caminando lentamente, tratando de hacer el menor ruido posible, cuando estaba a mitad de camino una vos lo sobresalto.
-hola creador, es un honor estar ante ti-, el volteo al lugar de donde provenía la voz, asustado y temeroso, contemplo a un hombre vestido con un caro traje negro, una camisa color rojo sangre, mancuernillas de hueso, zapatos negros al parecer nuevos, era lo que se podía considerar atractivo pese a llevar una pequeña barba bajo su boca con forma de un triángulo invertido y las cejas algo mas largas de lo normal, llevaba el cabello peinado pulcramente hacia atrás.
Dio dos pasos hacia atrás hasta pegarse a la pared, miro alrededor para saber si el intruso estaba solo, pero no vio a nadie mas, comenzó a buscar con la mirada objetos a su alcance para defenderse de un posible ataque mientras trataba de pensar que demonios quería el intruso, ¿secuestrarlo? Aun no era un escritor famoso, ¿robarlo? Pero para que aparecer sentado cómodamente en su sala y ¿porque al entrar en la sala no se había percatado de su presencia?
-tranquilo creador no pienso hacerte daño- dijo el hombre del traje, saco una cigarrera plateada, la abrió y se puso un cigarrillo en la boca.
-¿Quién demonios eres tú? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves a entrar en mi casa? Voy a llamar a la policía- dijo el escritor tratando de parecer lo más furioso posible.
-tranquilo creador, tranquilo, no llamaras a nadie, ambos lo sabemos y es por tengo algo que tú quieres, algo que deseas más que nada- dijo el hombre del traje mientras entrelazaba sus manos por debajo de su nariz en actitud meditabunda
El escritor trago saliva, estaba intrigado, miro al gato, este estaba echado sobre la mesita del café y se lamia indiferente
-¿qué es lo que tienes que pueda interesarme tanto?
-muy simple, creador, respuestas…- dijo mientras lo miraba fijamente
-¿respuestas? Creo que tendrás que ser más específico con eso y porque me llamas creador, no he creado nada-
-hagamos esto de manera correcta ¿quieres?, siéntate, vamos, estás en tu casa y yo no pienso hacerte ningún daño, solo soy… un mensajero, y tenemos tanto de que hablar, así que siéntate-, estaba intrigado, no percibía ningún tipo de amenaza del tipo del traje caro y estaba deseoso de escuchar lo que tenía que decir.
-te daré unos minutos antes de que llame a la policía, pero tendré el teléfono a la mano y si solo me haces perder el tiempo, llamare a la policía y mientras llegan te moleré a golpes, ¿qué te parece eso?-
El tipo del traje soltó una carcajada.
-veo que ella hizo una buena elección contigo, eres tan prometedor. Puedes tener el teléfono cerca si eso quieres, aunque quizás te baste con ponerte a gritar para que algún vecino llame a la policía, así que no tienes de que preocuparte, vamos, siéntate, valdrá la pena, te lo prometo-
El escritor tomo el teléfono inalámbrico y lo sostuvo en su mano mientras se sentaba en un sillón enfrente del hombre del traje, tenían la mesita del café de por medio y estaba mas cerca de la puerta, a la primera señal de peligro, trataría de correr y llamaría a la policía y si eso no bastaba trataría de defenderse, aunque no había participado en una pelea a golpes en toda su vida, confió en que la adrenalina y su instinto le ayudaran a sobrevivir.
El hombre del traje encendió un cigarrillo con un zippo dorado que puso en la mesa, dio una profunda calada y exhalo el humo del tabaco lentamente, se acomodó en su sillón y dijo.
-mi nombre es azar, y como dije soy un mensajero, tienes potencial creador, mucho potencial, tienes lo que se diría, una imaginación única y con la instrucción adecuada puedes hacer grandes cosas. Puedes tener un gran poder, un poder con el cual podrías cambiar el mundo ¿eso te gustaría? Puedes hacer de este mundo un lugar mejor, puedes hacer lo que tú quieras, podrías ayudar a mucha gente. Salvarla si eso te place o destruirla, esa es tu decisión. Este mundo necesita un cambio y tú puedes dárselo, serias un dios… esta es una oportunidad única en tu vida, tendrás que pasar por un “entrenamiento” y después de eso podrás cambiar las cosas, todas las cosas. Solo con tu voluntad, solo con desearlo…-
- y ¿cómo podría hacer eso? ¿Uniéndome a tu religión? ¿Adorándote? ¿Dándote mi dinero? ¡¡¡Estás loco!!! ¿Te atreves a meterte en mi casa solo para decirme esas estupideces? Solo eres un desquiciado que me hace perder mi tiempo…
 El escritor lo miro a los ojos, sus ojos parecían exhalar fuego y había cosas allí, cosas que se retorcían. Miles de imagines llenaron su cabeza, era demasiado, no podía soportarlo. Vio monstruos, muerte, dolor, pero sobre todo predominaba el color rojo, se llevó las manos a los ojos, quería sacárselos para que parara. Las imágenes se detuvieron, lloraba, nunca había experimentado una angustia semejante, por un momento había visto una criatura y era horrible, yaciendo en la oscuridad, en una oscuridad viva y palpitante, en una oscuridad muy lejana, entre las estrellas, donde nada mas puede vivir, el monstruo de un millón de pesadillas.
-¿que eres tú?- dijo entre sollozos, -¿que eres tú y que quieres conmigo?
-soy tu amigo, tu mejor amigo y te ofrezco una oportunidad única en tu vida, una oferta que no podrás rechazar. Ahora que tengo tu atención, me explicare más detalladamente. Veras, este mundo se está desmoronando, necesita un nuevo líder, un líder que lo lleve a un nuevo nivel de prosperidad y tú eres ese líder creador, nadie más podría hacerlo mejor.
 Pero para lograrlo, para poder convencer a las personas, necesitas tener poder, poder para poder hacer cosas grandiosas, para poder crear ese nuevo futuro y para castigar a las personas malas, así serás un líder justo, pues algunos no querrán seguirte ya que están muy cómodos en sus tronos erigidos con pecados, así que no querrán un cambio, pero tú debes hacerlos ver la verdad, hacerles ver sus errores obligarlos a cambiar por el bien de la comunidad, puedes imaginarlo, un solo pueblo en el mundo…-

Su mente se llenó con imágenes de praderas verdes que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, salpicadas de algunos bosques aquí y allá, con casas desperdigadas por el campo. Y más allá, hacia el horizonte, una enorme ciudad blanca, limpia y brillante con edificios altos como agujas hasta que parecían sobrepasar el cielo, en las calles había gente que sonreía al caminar, orgullosos de estar vivos, de vivir en esa ciudad blanca. En los muros de algunos edificios vio su cara en algunas banderas que proclamaban mensajes positivos, una utopía de prosperidad y valores como no se ha visto nunca, donde la pobreza era solo un mal recuerdo.

-… una sola nación bajo tu liderazgo, que prosperara y existirá por siempre, tu serás su héroe, su salvador… el mundo te necesita, ¿vas a darle la espalda?- dijo azar con una sonrisa que desbordaba confianza, el escritor estaba sin palabras, no podía dejar de pensar en esa ciudad, en las caras de las personas que se veían tan felices y todo era por él.
-pero ¿cómo es posible que creas que yo puedo hacer eso?, dices que eres un mensajero, pero ¿de quién? ¿De parte de quien vienes? ¿De dios? ¿De él diablo? ¡¡¡Habla de una vez!!!
-¿dios? ¿El diablo? Vengo de parte alguien mucho más poderosa que ellos, mi ama es lo que se diría el campo en el que ellos juegan, es el aire que respiran y ha puesto los ojos en ti creador, porque tienes potencial y quiere darle una oportunidad a este mundo agonizante ahogado en la corrupción y el pecado, en su benevolencia quiere darle una oportunidad a toda la gente buena que aún queda y sabe que solo tú puedes hacerlo pero el hacerlo es solo decisión tuya creador…-
-pero ¿por qué yo? ¿Por qué no lo hace ella en persona? Si es tan poderosa ¿Por qué no lo hace ella?-
-porque ella quiere tener a un líder en cada mundo, en cada realidad, y te ha elegido para ese puesto creador, debido a tu excepcional imaginación, a que puedes desarrollar un poder enorme. Y acaso no te lo mereces, acaso la gente no siempre te subestima, acaso no quieres mejorar el mundo, acaso no quieres ayudar a la gente, ella actuara a través de ti creador, deberías sentirte honrado-. El escritor se quedó pensativo, tratando de analizar la propuesta que azar le presentaba.
-el mundo no esta tan mal, aun podemos hacer las cosas bien, aún hay más gente buena que mala, tan solo hay que darle tiempo a que…-
-realmente no crees en eso, así que no insultes mi inteligencia ni la tuya al decir semejante estupidez, ahora te lo pregunto por última vez creador, ¿cambiaras el mundo o no?-
El escritor lo miro y trato de evitar sus ojos a toda costa, tomo una decisión y muy dentro de él, sabía que acabaría arrepintiéndose.


3
El libro

Conducía su vocho por olvidadas calles del Estado de México, calles de terracería que se adentraban en la oscuridad, calles flanqueadas por terrenos baldíos y campos de cultivo. El gato iba acurrucado en el asiento del copiloto, cuando de pronto, maulló imitando el llanto de un niño, detuvo el auto y miro alrededor, se encontraba en medio de la nada. Había conducido durante horas, pero parecía que al fin había llegado al lugar que estaba buscando.

Bajo del vocho, saco la pala y la lámpara de keroseno que estaban en el asiento trasero, camino hasta la puerta del copiloto y la abrió, el gato bajo de un salto y comenzó a caminar adentrándose en campo abierto. Encendió la lámpara, miro hacia el cielo pero maeve la luna oscura no estaba en él, era una noche muy oscura, como pocas, el gato maulló con impaciencia y el escritor lo siguió lentamente a duras penas.

Camino durante un tiempo que se le hizo eterno, adentrándose más y más en el campo, llego a las faldas de un cerro y continúo caminando por una de sus laderas, al fin de esta, diviso a lo lejos los contornos de una construcción. Al llegar a ella se detuvo sobrecogido por el miedo, era al parecer, una antigua hacienda en ruinas, el gato entro sin inmutarse y maulló desde el interior, la acústica del lugar convirtió su maullido en un lamento que le hizo estremecer. Haciendo acopio de toda su voluntad, lentamente, aunque su instinto le decía que se alejara de allí a toda prisa, entro en la hacienda.
Al pasar algunas habitaciones vacías y en estado de largo abandono, llego a lo que parecía el patio principal de la hacienda, en el centro de este había un gran árbol desprovisto de hojas, el gato estaba al pie de este y le miraba con unos ojos que reflejaban la luz de forma tenebrosa.
Alumbro el árbol y lo contemplo nervioso, era un gran árbol de madera oscura que se hallaba seco, muerto desde hacía mucho, que extendía sus ramas que parecían dedos descarnados como queriendo rasguñar el firmamento sin lograrlo. El gato estaba ante el y arañaba el suelo de tierra un par de veces y luego lo volteaba a ver, repitiendo el proceso varias veces.
-está bien ya entiendo- dijo el escritor en voz baja, como si alguien pudiera oírlo.
Miro alrededor, la oscuridad lo rodeaba y no podía evitar el sentirse observado, oyó algunos ruidos provenientes de algunos de los cuartos que le hicieron apretar los dientes, así que comenzó a cavar, tratando de concentrarse de lleno en eso.

Se oyó el sonido del metal al chocar contra la piedra, esto le hizo detenerse. Estaba bañado en sudor y respiraba agitadamente, los músculos de sus brazos protestaban tensos como cables de acero. Se sentó en uno de los bordes del foso que acababa de abrir, violentas ráfagas de viento le revolvían el húmedo cabello, el clima había empeorado bastante desde que llego a la hacienda, desde que comenzó a cavar. Parecía como si perturbara extrañas fuerzas por cavar en ese lugar olvidado, la temperatura había bajado y había mucho viento que se oía como un lamento cuando rozaba las paredes del patio, lo que le helaba la sangre y más de una vez había parado de cavar, tratando de voltear a todos lados esperando ver un fantasma. Hasta que había oído y sentido como la pala chocaba contra una piedra, se había arrodillado para sacar la piedra pero lo que descubrió fue una enorme piedra en forma redonda cubierta de inscripciones.

Miraba la enorme piedra con temor y desconcierto, nunca había visto los símbolos que la cubrían, se veían muy antiguos y se preguntó ¿cuánto hacia que la piedra no había visto el sol? ¿Cuánto llevaba enterrada? Y ¿Quién lo había hecho? Una parte de él no quería estar allí, le decía que se fuera, que volviera a enterrarla y se fuera (algo le decía que no debía quedarse descubierta) pero otra parte de él quería quedarse y ver, saber para qué era.

Volteo a ver al gato, pero este había desaparecido. El viento arreciaba y gotas de lluvia empezaron a caer con violencia por todo el lugar, relámpagos iluminaban el cielo como fogonazos. Tomo la pala y comenzó a escavar alrededor de la piedra, descubrió que bajo esta, había un suelo de roca solida parecida al mármol, metió el filo de la pala entre la piedra redonda y la roca, empujo con todas sus fuerzas, la piedra empezó a deslizarse lentamente, revelando unas escaleras talladas sobre la roca que descendían hacia la oscuridad. Empujo un poco más la piedra redonda hasta que hubo un hueco suficiente para meterse, el clima había empeorado más, así que se arrastró hacia adentro llevando consigo la lámpara de keroseno.

Las escaleras bajaban por un estrecho pasillo, hasta que después de un tiempo que le pareció eterno llego hasta una especie de bóveda, que terminaba en una enorme boca que daba a un inmenso abismo, se acercó lentamente al borde, pero no vio fondo alguno, el abismo se extendía en todas direcciones y parecía no tener fin.

Contemplo por un tiempo el inmenso abismo, pero sus límites, si los tenia, se perdían en la espesa negrura. Del abismo le llegaban un viento frio y denso, todo parecía impregnado de un rancio olor como el de la carne descompuesta, intento taparse la nariz pero no sirvió de nada, el aroma parecía penetrar la piel. No pudo más y vómito, la fuerza de esto le hizo quedar de rodillas, exhausto, gateo hasta una de las paredes y se sentó recargado en ella, sentía como si le faltara el aire y aun le invadían las náuseas pero él sabía que ya no tenía nada en el estómago, cerró los ojos y trato de relajar su respiración.

Oyó un débil ronroneo, abrió los ojos y frente a él, estaba el gato, mirándolo con curiosidad, maulló débilmente y comenzó a andar hacia uno de los extremos de la bóveda, volteo y le maulló. El escritor se incorporó lentamente tomo la lámpara y fue a donde se encontraba el gato. Al llegar descubrió un estrecho camino a manera de cornisa que estaba enclavado a lo largo del muro de piedra. El gato comenzó a caminar a través de él, el escritor lo dudo un momento y volteo a ver el inmenso abismo que se abría a su izquierda, cerró los ojos y trago saliva, -espero que valga la pena, espero que pueda regresar antes de que me dé un infarto- susurro para sí y comenzó a caminar re pegándose al muro.

Estaba aterrado y llevaba descendiendo a través de la saliente lo que parecían ser horas ya no distinguía al gato frente a él y dudaba que siguiera allí, pero aún continuaba avanzando, hasta que llego a una especie de terraza de piedra formada de forma natural, el camino continuaba a lo largo del muro pero ya no bajo más contemplo la terraza sintiendo un creciente miedo solo superado por su curiosidad.

De la estrecha saliente, salía una especie de pequeño puente flanqueado por dos pequeñas cascadas de un líquido negro y viscoso parecido al petróleo crudo, el puente llevaba a una terraza, era un espacio circular, plano, de unos veinte metros de largo. En el centro había algunas viejas columnas en ruinas, estas eran de un material parecido al mármol de color negro y en el centro de estas había un enorme poso al ras del suelo, lleno de la misma sustancia negra que había visto en las cascadas detrás de él. Un grueso anillo de oro lleno de inscripciones adornaba el borde del pozo, este tenía unos cuatro metros de largo y al acercarse a él, la sustancia oscura comenzó a agitarse, se detuvo. En el extremo más alejado de la terraza, del lado que daba al abismo había una gran piedra rectangular del mismo material de las columnas, debía de medir un metro de alto por dos de largo y uno de ancho, parecía una mesa y tenía algo encima, desde esa distancia parecía una especie de bulto gris, quizás un costal y en las esquinas de la mesa se veían los restos oxidados de unas cadenas.

Se acercó hasta la mesa ignorando de momento el pozo, un aroma corrompido y nauseabundo le golpeo como un puñetazo y lo hizo trastabillar hacia atrás, hasta que se sostuvo de una de las columnas, pero retiro la mano al instante, el solo contacto con esas columnas le pareció repulsivo. Se cubrió la boca y nariz con su mano libre, con la otra trato de alumbrar lo que allí había, se acercó lentamente y  lo que pensó que era un bulto, era un cuerpo en avanzado estado de descomposición. No era una criatura que reconociera, parecía un hombre pero no lo era, tenía brazos y piernas, pero estaba cubierto de escamas, los dedos de pies y manos estaban palmeados, tenía algunas aletas adosadas a los brazos y piernas, su cabeza estaba totalmente desecha y tenía una enorme abertura en el tórax, debía de medir más de dos metros de largo. Un horror atroz le mordió el corazón, comenzó a temblar y a respirar rápida y entrecortadamente, quería salir huyendo de allí para tratar de salvar algo de su cordura pero ya había llegado hasta allí y ahora seguiría adelante. Se acercó un poco más y vio que dentro de del pecho de la criatura había algo, alumbro con la lámpara de keroseno y descubrió un enorme libro encuadernado en cuero oscuro. Dejo la lámpara en la mesa y saco el libro con ambas manos, pesaba más de lo que imaginaba y era bastante grueso. Contemplo la portada, en esta había una serpiente roja sobre un fondo circular negro y sobre esta había unos caracteres incomprensibles a modo de título. Iba a abrirlo pero un sonido proveniente del abismo lo sobresalto, era un sonido extraño y discordante como si algo se moviera allá abajo, algo enorme al parecer, tomo el libro, la lámpara y regreso al centro de las columnas

Concentro su atención en la sustancia que contenía el pozo, está aún se agitaba y podía ver cosas en ella, eran como imágenes, puntos de luz parecidos a estrellas en el firmamento, comenzó a oír susurros provenientes del pozo, se acercó más, puso la lámpara junto al borde y se arrodillo, se asomó al pozo, este aún se agitaba. Veía algo en el centro, algo que brillaba, se acercó más tratando de distinguir lo que allí había. Del centro de la sustancia comenzó a elevarse una amorfa columna de líquido hasta quedar a escasos centímetros de su rostro en ella comenzaron a formarse cráneos en movimiento, parecían bullir, cuando de pronto oyó el sonido hueco de un cuerpo al caer, volteo hacia la mesa y solo logro ver el cuerpo de la criatura que era levantado rápidamente y llevado hacia la oscuridad, fue un movimiento rápido y no logro ver qué fue lo que se llevó el cuerpo. un chillido le hizo voltear hacia abajo, hacia la sustancia, pero esta se disparó hacia su cara, comenzó cubrirle la cabeza por completo mientras lo jalaba hacia dentro del pozo, comenzó a manotear, desesperado, sintió como golpeaba la lámpara, se aferró a las bordes del pozo para tratar de liberarse de la sustancia pero esta era muy fuerte, trataba de gritar pero la sustancia comenzó a meterse en su boca y su nariz, las fuerzas comenzaron a abandonarle y se hundió en el pozo y todo fue oscuridad.

Despertó, se sentía exhausto y mojado, tenía frio y no recordaba que donde estaba, comenzó a oír un lejano cantico que se acercaba, una tenue luz comenzó a iluminarlo, se incorporó y vio tenuemente la terraza, las columnas en ruinas y el pozo. De pronto recordó todo, volteo a ver su cuerpo cubierto de una sustancia oscura, parecida al petróleo crudo y se llevó una mano a la boca tratando de contener un grito que le desgarraba la garganta, a duras penas lo logro, lloraba, era presa de la desesperación. La sustancia del pozo se hallaba tranquila pero de este salía un rastro de líquido oscuro, como si algo hubiera salido de allí. Los canticos cobraban fuerza y la luz aumentaba lentamente, volteo hacia el camino en saliente que descendía y vio a lo lejos una procesión de criaturas que llevaban antorchas de un corrompido fuego verde. Fue presa nuevamente del terror, miro alrededor y vio el libro tirado junto a él, la lámpara estaba rota y apagada junto a una de las columnas. Tomo el libro y lo abrazo contra su pecho, corrió hacia la saliente y comenzó a subir. Se detuvo al estar a una prudente distancia, correr en una pendiente era el doble de pesado, cada que respiraba, el aire caliente le hacía daño al pasar por su garganta, sudaba copiosamente y aun sostenía el libro contra su pecho, su peso le parecía un lastre pero no estaba dispuesto a soltarlo, por nada del mundo.

Volteo hacia la terraza y vio como encadenaban a una criatura a la mesa, la criatura chillaba y se retorcía. Volteo horrorizado y comenzó a subir a paso lento con una mano en el muro para orientarse ya que se alejaba de las luces y lo envolvía la oscuridad. Después de un rato oyó un fuerte sonido parecido a un rugido, debía pertenecer a una criatura enorme porque el mismo muro vibro por la enorme potencia, fue seguido por el sonido de un chapoteo. Vio con horror que algunas criaturas comenzaban a subir por la saliente en la que él estaba, tiraron sus antorchas y corrían hacia él, no tardarían en alcanzarlo. Comenzó a correr hacia arriba, con la mano en el muro, rezando por no caer al abismo, podía oír extraños chillidos a su espalda pero temía voltear hacia atrás, continuo corriendo, le faltaba el aliento y sus piernas comenzaban a protestar por el intenso esfuerzo, le costaba trabajo jalar es suficiente aire para seguir corriendo, sentía como iba perdiendo velocidad a media que el cansancio lo invadía y podía oír los chillidos cada vez más cerca. De pronto su mano dejo de tocar el muro y supo que se encontraba en la habitación abovedada, corrió deslizándose por el muro hasta que encontró la entrada y las escaleras que llevaban hacia arriba, cuando comenzó a subirlas oyó los pasos de las criaturas que recién entraban en la cámara abovedada, sus pasos se oían extraños como los que hace un perro de garras largas al correr, pensó en como serian y recordó a la criatura que había encontrado en la mesa de piedra, pensó que quizás tendrían garras y esto le hizo correr más rápido. Subía las escaleras trastabillando, podía oír los pasos justo de tras de él, cada vez más cerca, los chillidos de las criaturas eran ensordecedores, lloraba y rezaba para ver la entrada del túnel, subía lo más rápido que podía y no paraba de imaginarse que lo alcanzarían y lo despedazarían allí mismo sin que él pudiera hacer nada, cuando de pronto.

Sintió resbalar sus pies y supo que se debía al agua de lluvia, doblo un recodo y oyó el bramido de la tormenta, vio al final de la escalera el estrecho agujero por el cual había entrado y sintió una alegría desbordante, una garra le sujeto uno de los tobillos tratando de obligarlo a bajar, grito presa del terror, tratando de aferrarse con una mano a los bordes del túnel mientras que con la otra sostenía el libro, parecía un grillete de acero que le hería el tobillo, debido a la presión que ejercía, oía los chillidos amenazantes de la criatura y por un momento vio algo parecido a una boca llena de enormes dientes parecidos a navajas. Estaba tan cerca, tan cerca de poder salir, no podía perecer allí, tenía que luchar, si iba a morir tenía que ser peleando, al menos tenía que intentarlo. Con su otra pierna comenzó a patear a la cosa que lo sujetaba hasta que lo soltó, giro lo más rápido que pudo y salió por la abertura hacia la libertad, a la tormenta. Al salir dejo el libro en una montaña de tierra, tomo la pala he hizo palanca para tratar de cerrar el pozo, a duras penas lo logro al tiempo que oía como las criaturas arañaban la entrada, aun presa de la adrenalina comenzó a echar tierra sobre la piedra circular, mientras los relámpagos desgarraban el cielo sobre él.







































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