martes, 1 de mayo de 2012

ciel


Ciel
Por samael mayfair linoge
Introducción

-Quizás comenzó esa tarde en el café…-, se dijo, aunque eso nunca lo supo, pero fue lo último que se pregunto antes de apretar el gatillo y volar la estación llena de gente…
1
El café

Caminaba por la calle de gante, tenía ganas de escribir, pero ¿en dónde? se detuvo ante un café, lo estudio con atención y decidió entrar, se sentó en una mesa que estaba en una de las orillas, pidió un americano y un cenicero. Comenzó a fumar, saco su cuaderno, saco una pluma negra y miro la aterradora hoja en blanco, aterradora en todo su vacío, riéndose dé el cómo retándolo a intentar llenarla, si es que podía.

Miro alrededor buscando algo de inspiración pero no encontró nada, así que comenzó a examinar más detenidamente el café, con sus adornos hechos en serie y sus horribles copias de obras de arte. Entonces la vio, salía del local con uniforme de mesera. Era preciosa,  tanto que casi dolía mirarla, ojos grandes y hermosos, cabello castaño largo y sujeto en una coleta, delgada y grácil con una figura encantadora, tenía una pequeña cicatriz junto a la boca lo que la hacía verse más sexy. Se enamoro enseguida y ya no pudo apartar los ojos de ella, al parecer le tocaba atender la otra parte del café, la parte en la que él no estaba, súbitamente sintió la conocida sensación de inspiración, la llegada de una idea, como si su cerebro fuera abstraído de esa realidad y tuviera fugases visiones. Comenzó a escribir, llenaba las hojas una tras otra, dando rápidas miradas  hacia ella, en cuestión de dos horas ya tenía un cuento corto sin ningún error o tachadura. Cada día iba al centro, al café de la calle gante, solo para verla, la mayoría de las veces escribía algo pero el objetivo principal era verla, lo hacía sentirse bien, se quedaba hasta que terminaba su turno y se iba, siempre a pie, siempre sola. En algunas ocasiones ella sentía su mirada y lo veía, el la apartaba enseguida, no podía soportar su mirada, era demasiado fuerte, demasiado voraz, al poco tiempo volvía a mirarla, era como un juego que se practicara cada día. En una ocasión ella termino su turno un poco más temprano, se sentó en una mesa cercana a él, pidió un café y lo miro fijamente, el se puso nervioso y nuevamente bajo la mirada. –Ya basta-, se dijo, -tienes que ser un hombre, tienes que ser un hombre, solo es una chica, no va a matarte, solo te dirá que no, además por algo se sentó allí y te mira con insistencia- y dicho esto se levanto, camino los escasos pasos que lo separaban de la mesa de ella, la miro y pensó que iba a morir, de cerca era aun más hermosa, al acercarse ella lo miro, él quería hablar pero no podía, literalmente, tenía un inmenso nudo en la garganta, con un titánico esfuerzo pudo articular un hola mientas veía la pequeña lamina dorada que constituía su gafete, y en ella se leía Ciel, luego la miro a los ojos, a eso ojos crepusculares y sonrió. 3 minutos después ya estaba sentado en su mesa, algunas meseras los miraban extrañadas, pero eso no les importo, 1 hora después salían del café y la acompañaba a casa.
En el trayecto a su casa apenas y cruzaron palabra, aun así ella le dijo que en unos días era su cumpleaños. Antes de  dejarla en su casa la invito a salir todo un día para festejar su cumpleaños, antes de responder había visto una sombra insistente de duda en sus ojos y rezo, rezo para que aceptara, para que le diera una oportunidad, y ella al final acepto. Tenía dinero guardado, mucho dinero guardado, ya que sus padres no hace mucho habían fallecido en un accidente y siendo ambos doctores le habían dejado una cuantiosa suma de dinero de seis cifras, en el trayecto de regreso a su casa empezó a planear el día de su gran cita, se acostó algo tarde por planificar hasta el último detalle,  pero al final se durmió con una sonrisa en su rostro

Por fin llego el día de la gran cita, fueron al centro, desayunaron en un agradable restaurante con vista al zócalo, después fueron a un museo, vieron un espectáculo callejero y al caer la noche, cenaron en la terraza de un café en el octavo piso de un enorme edificio con vista a bellas artes, ambientado por la música de un violinista. Caminaban lentamente, disfrutando del paseo y de la cálida y fragante brisa, el cielo estaba despejado y por el asomaban algunas estrellas, maeve la luna oscura cabalgaba peregrina por el cielo. Era el mejor día de su vida, ella era hermosa, y le gustaba como lo miraba, con tanta dulzura, con tanto interés y ella lo había sorprendido al regalarle una pulsera hecha con granos de café, a él le había gustado mucho y prometió nunca quitársela, después él le había comprado una pulsera igual, ahora ambos tenían un recuerdo de ese día tan especial. Le extrañaba que a todos los lugares que iban, la gente los miraba extrañada, debía ser porque ella era hermosa y el solo un pobre diablo patético y de aspecto repulsivo. Ella no había parado de hablar, pero eso a él le gustaba, aunque le gustaba más el sonido de su risa y el modo infantil en que intentaba contenerla con las manos.
Hace un rato habían dejado atrás el zócalo, paseaban por la calle de Brasil y acababan de dejar atrás la plaza de santo domingo, pasaron por la entrada de un callejón, pero ni siquiera se dieron cuenta, tampoco se dieron cuenta de la figura oscura que salió de este y caminaba detrás de ellos con paso lento, tranquilo y confiado, acercándose poco a poco cada vez mas.

 Ella era perfecta y no le desagradaba nada imaginarse despertando con ella cada día, -debe ser muy lindo, quizás ella sea la felicidad con letras mayúsculas-, se dijo.

Estaba detrás de ella, podía oler el aroma de su cabello, le sorprendía que aun no lo hubieran notado, que no se hubieran dado cuenta de su presencia, pero a su vez le divertía y valla que esa noche iba a divertirse…

Al caminar juntos sus manos se rozaron y así, casi como no queriendo, el la tomo de la mano, la miro y dijo, -me encantas, tienes esa belleza fresca de la lluvia al anochecer…-.

 Le dieron un puñetazo que lo hizo trastabillar, dio dos pasos tambaleantes y al levantar la  mirada vio que un tipo estaba de tras de ella y tenía un enorme cuchillo en su garganta,       -shhhhhhh, tranquila, es mejor que estés tranquila y no te lastimare… mucho, y tu, será mejor que no intentes nada o le corto el cuello, ¿entendiste?- dijo el tipo con voz tranquila
El solo asintió, la miro y vio la expresión de enorme terror en su rostro.
 -Luis ayúdame, por favor ayúdame- dijo ella en un susurro, las lagrimas le corrían por las mejillas.
 -vamos caminemos un poco, tu ve  por delante, yo iré con ella, no sería correcto que una mujer tan bella camine sola ¿no te parece? Y cuidado con tratar de escapar o llamar la atención si no este bello rostro acabara marcado para siempre.- y al decir esto paso la punta del cuchillo por la mejilla de ella provocándole un escalofrió.

Camino lentamente, podía oír los pasos de él y de ella detrás, en la calle no había ni un alma, estaba completamente desierta, llego a la entrada del callejón.
-metete al callejón, ¡¡muévete!!-, Luis lo miro, sabía que si entraba en el callejón, seria todo, estarían muertos, pero no podía hacer nada para ayudar a Ciel, aunque quizás podría tener una mínima esperanza de tratar de atacarlo dentro del callejón, quizás podría… .Un grito repentinamente ahogado lo saco de sus reflexiones, un pequeño pero continuo hilillo de sangre manaba de una herida recién abierta en la mejilla de Ciel, instintivamente dio dos pasos para tratar de defenderla, pero el tipo acerco la punta del cuchillo al ojo de Ciel, lo que le hizo detenerse enseguida.
 -¿vez lo que has hecho?, me has obligado a cortarla, todo por no obedecer, ahora que te parece si entras al callejón o sino tendremos que averiguar como se ve esta linda chica sin nariz, ¿dime, crees que aun se vea linda?-, Ciel temblaba ligeramente, no paraba de llorar y respiraba rápidamente en jadeos entrecortados. Entro al callejón y llego hasta el fondo, luego entraron ellos.
 –dile que todo va a estar bien, que nada le pasara, ¿hay algo que quieras decirle por ultimo?…- dijo con una sonrisa en sus labios.
 -no, no le hagas daño, si… si quieres matar a alguien mátame a mí,  pero a ella no le hagas daño, vamos, si lo que quieres es herir a alguien hazlo conmigo, no me resistiré… solo por favor…no… no…-, Ciel emitió un agudo grito cuando la punta del cuchillo le hizo un corte en la otra mejilla.
 -si sigues sin cumplir mis órdenes voy a lastimarla más, muuucho mas. Haber, otra vez, dile que todo va a estar bien, que no va a pasarle nada, prométeselo, vamos-, Luis dudo, vio a Ciel con su gesto suplicante y luego al tipo. Se congelo, no podía moverse, como un ciervo ante los faros de un auto.
 - ¡¡¡díselo!!!- rugió el tipo.
 - Ciel… todo va a estar bien-, empezó a llorar aunque trato de evitarlo, -no te va a pasar nada, todo va a estar bien, te…-, la voz se le empezó a quebrar, el tipo sonreía con placer, -te… te lo prometo…-.
-creo que vas a disfrutar esto cariño-, dijo en un susurro mientras lamia la sangre de su mejilla, -eres deliciosa, es una lástima…- y dicho esto le clavo el cuchillo en su espalda con tal fuerza que la punta salía de en medio de su pecho,  con su mano izquierda tomo su hombro y de un tirón saco el cuchillo de carnicero.
-¡¡¡noooooooooooooooooooooooo!!!, ¡¡¡noooooooooo!!!, ¡¡¡noooooooooooo!!!, dios mío, no, Ciel, no,- en el rostro de ella había una sorpresa helada, sus ojos contemplaban el infinito, la soltó y su cuerpo comenzó a deslizarse hacia adelante, muy lentamente, como si el viento la detuviera y el tiempo se congelara debido a ella o así lo percibió él, recorrió la escasa distancia que lo separaba de ella y la tomo en sus brazos antes de que cayera al suelo, de su pecho manaba la sangre a borbotones, lloraba y trataba de tapar la herida con su mano.
 -¡¡¡ayudaaaaaaa, ayúdenme!!! ¡¡¡una ambulancia!!!, ¡¡¡llamen a una ambulancia!!!-,  Algunas ventanas comenzaron a encenderse en las alturas y una pareja se detuvo en la entrada del callejón. El asesino ya se había ido y él ni siquiera se había dado cuenta, ella comenzó a toser sangre, el recordó su celular y trato de marcar pero no podía recordar ningún numero de emergencia, tenía mucha sangre en las manos y el celular se le resbalaba continuamente. Lloraba y maldecía su estupidez, ella levanto pesadamente su mano y le quito el celular, tosió un poco para aclararse la garganta, todo su rostro estaba salpicado por gotitas de sangre.
-Luis ya es tarde, ya no hay nada que hacer…
-no hables así, ya casi llega la ayuda, ya casi…, solo tienes que aguantar un poco, vamos yo se que puedes hacerlo…
-no, es demasiado tarde, pero sabes, no importa, por lo menos pude conocerte por unos minutos, y creo que quizás llevaba toda mi vida buscándote y si tengo que pagar por los minutos que pasé contigo que así sea, bien lo vale, me hubiera gustado mucho ser tu novia y hacerte feliz,- nuevamente tosió sangre, le acaricio el rostro con su mano ensangrentada y exhalo un último suspiro, su mano cayo ya sin fuerzas y la luz de sus ojos se apago.


2
Planes

 Discutían  otra vez del mismo tema.
 - pero ¿qué caso tendría hacerlo? Que ganas con eso o que ganamos mejor dicho-, dijo Luis desde su mullido sillón de imitación de piel, ella lo miro afligida.
- acaso ¿ya no me quieres o es que no confías en mi?, Es algo necesario y debe hacerse, mientras más sean, mejor, hay que liberarlos, liberarlos de su miseria o ¿acaso quieres que todos sufran lo que tú has sufrido?-, Luis la miro y se puso algo triste, sabía que algo había pasado, algo muy malo pero no recordaba que, cada que intentaba recordarlo, las imágenes se diluían muy rápido, era como si se bloquearan.
-si te lo pido a ti, es porque sé que puedes hacerlo y no confió en nadie más para esta tarea tan importante-, camino lentamente hacia él, llevaba una ajustada blusa negra y bóxers rojos, iba descalza. Se inclino apoyando ambos brazos en los descansabrazos del sillón, lo miro directamente a los ojos y le dijo con voz melosa.
-¿verdad que no me vas a quedar mal? ¿Si me vas a ayudar verdad?-, el la escuchaba con la mirada perdida en el infinito. Pero estaba preocupado, por lo que ella le pedía, por lo que iba a hacer en solo unos días.
 -está bien, voy a hacerlo, pero solo lo hare por ti, Ciel, porque te quiero-, ella lo miro con satisfacción.
-sabía que si me querías, yo también te quiero a ti, y ya quiero que estemos juntos, pero para eso debes hacer lo que te digo, ¿ok?- dijo mientras le guiñaba un ojo.
-está bien, ¿Qué es lo que debo hacer primero?-, ella lo miro complacida, -está bien, toma lápiz y papel,…


3
El borrego

Llego a iztapalapa, eran las 11:00 pm, la colonia no era un buen lugar para pasear tan tarde, avanzaba despacio buscando la dirección que le dio ella, en la mayoría de las esquinas había grupos de vagos, al doblar en una calle bastante estrecha, una manada bastante numerosa de pandilleros  le cerró el paso y rodearon la vieja camioneta que conducía, Luis bajo temeroso el vidrio del conductor, después de asegurarse que los seguros estaban abajo, - ¿qué chingados quieres aquí?-, le dijo uno de ellos, era apenas un niño de unos 14 años, con algunas perforaciones y las cejas depiladas, pero en sus ojos se alcanzaba a ver que había visto demasiadas cosas para su edad.
 -busco al borrego...-, el niño lo miro sorprendido, saco un viejo y gastado celular, presiono una tecla y después de unas respuestas monosilábicas dijo con molestia, -déjenlo pasar-, los pandilleros se miraron entre sí como no sabiendo cómo proceder y a regañadientes le abrieron paso, manejo lentamente, deslizándose por esa estrecha calle en la que hacía décadas que no pasaba una patrulla, esa calle era como un pequeña ciudad aparte del mundo, al parecer allí no había policía, ni demandas, ni recibos de luz, la mayoría de las casas eran viejas vecindades, que ya se caían a pedazos, por doquier había niños sucios y semidesnudos jugando, vio a algunas jovencitas apenas recién salidas de la niñez vistiendo de manera vulgar. Las tiendas eran ventanas llenas de barrotes con un pequeño agujero para entregar la mercancía. A lo largo de la calle había tipos tomando cerveza o fumando mariguana sin importarles nada. La casa estaba al fondo de la calle, era un poco más grande que las demás pero estaba igual de descuidada, en la parte de arriba destacaba una antena de una compañía de televisión por cable e internet, la pintura se caía a pedazos y las ventanas lucían amarillentas y sucias.
 Se estaciono y en un acto de valentía bajo y toco el zaguán, después de un rato, salió un tipo gordo y al saber a quién buscaba, le cerró la puerta en la cara y al poco tiempo volvió a abrirla, le apunto con una escopeta, lo obligo a ponerse contra la pared y lo reviso tratando de encontrar armas, al no encontrar nada bajo la escopeta.
 -para venir aquí sin armas debes de ser o muy valiente o muy estúpido, entra, el borrego te está esperando en la sala-, el patio donde lo habían revisado estaba sin el aplanado, en las paredes se veían los tabiques desnudos. Empezaba a pensar que el borrego no podría ayudarlo. Al pasar a la sala, la escena fue contrastante, se podía apreciar un exquisito y lujoso gusto en el decorado, pantalla de 50 pulgadas de plasma, el mas nuevo equipo de sonido, muebles de maderas nobles, obras de arte en las paredes. El borrego estaba sentado en una exquisita sala de piel teñida en rojo, con una mesita de mármol al centro, era un tipo de estatura media, de piel apiñonada, lucía un delgado bigote que más que hacerlo parecer varonil lo hacía parecer una rata. Apenas lo vio lo invito a sentarse y toco una campanilla, se sentó en uno de los sillones y después de 5 minutos llego una joven mujer con un vestido muy entallado y una charola en la que había 2 vasos, una hielera y una licorera que contenía un liquido ámbar, la chica sirvió los dos vasos y se retiro solo después de que el borrego le dio una nalgada. –soy el comprador, me envió Ciel, vengo por cierta mercancía…-, dio un trago a su vaso y le sorprendió descubrir que era el whisky más rico que había probado jamás, el borrego lo miro extrañado, después sonrió, abrió una caja de madera que estaba en la mesita de centro, junto a un ajedrez de cristal, las piezas de un lado eran negras y del otro rojo oscuro, muy bellamente talladas. Saco un cigarrillo, lo encendió con un zippo dorado y dijo.
-como ya debes saber, yo soy un facilitador, consigo lo que sea, siempre y cuando puedas pagarlo, pero tu petición fue muy… rara, aun en mi negocio, digo para que quieres…, pero bueno ese no es asunto mío, tengo  tu pedido, lo tengo todo y créeme no fue fácil conseguirlo, creo que vas a hacer algo de ruido ¿verdad?, solo espero que sea lejos de aquí, no quiero que me toque algo de esa mierda. no sé quien sea esa tal Ciel pero si me pagas lo que acordamos le agradeceré por recomendarme, realmente espero que no seas un policía, porque si lo eres me molestare y créeme cuando digo que no quieres verme molesto, porque si yo me molesto Carlitos se molesta y cuando se molesta, se pone “algo… violento”, créeme no quieres verlo así-, Luis volteo hacia la puerta por donde había entrado y vio al tipo que lo había revisado, estaba parado, tapando la salida con una cara de molestia y una escopeta recortada en una mano, sintió como el miedo le mordía el estomago y una gota de frio sudor se deslizaba por su frente.
-no creo que tenga de que preocuparse, Ciel sabe que yo soy de confianza, solo deme las cosas y me voy-, el borrego lo miro detenidamente a los ojos con expresión seria, evaluándolo, de pronto volvió a sonreír.
-realmente no se qué te abras metido pero debe ser condenadamente bueno, dios, hace mucho que no me “motivo” ya casi he olvidado lo que se siente, pero que te parece si vamos a ver la mercancía-.

Una hora después ya salía de iztapalapa con la camioneta cargada, llevaba dos tambos y varias cajas de explosivos, se había preocupado por que el borrego lo matara sin darle nada, pero cuando le trasfirió el dinero hasta había mandado gente para que le ayudaran a cargar la camioneta, era la mayor parte del dinero que le habían dejado sus padres al morir, pero valdría la pena, por Ciel todo valdría la pena, ahora, solo faltaba la ultima parte de su plan


4
El bar

Llevaba un par de horas vigilando a los empleados de mantenimiento del metro, era de noche y ellos se encontraban comiendo en una cocina económica. Se miró en el retrovisor, le sorprendía que su rostro hubiera salido ileso, tenía algunos golpes en el cuerpo pero nada grave, aun recordaba la pelea en el bar. Antes de ir a iztapalapa fue a un bar en el centro, era una especie de bar karaoke, con un ambiente muy bohemio. se había quedado de ver con un tipo que le iba a llevar cierta mercancía complementaria para el plan de Ciel, el tipo había llegado, dejado la mercancía y se había ido no sin antes hacer una cara de desconcierto ante el nombre de Ciel, lo cual extraño a Luis, pero el tipo se veía algo nervioso, quizás se drogaba con regularidad y siendo así, le extrañaba que recordara su nombre siquiera. el lugar parecía agradable, Ciel llego poco después, se veía preciosa, llevaba un vestido negro largo, con una orquídea roja en el lado izquierdo de su pecho, llevaba el cabello recogido en un peinado alto del que se desprendían unos mechones que le caían con calculado descuido en el rostro. Se acerco lentamente a su mesa y se sentó, iba ligeramente maquillada y se veía preciosa, Luis se había quedado sin palabras y no dejaba de mirarla con tanta insistencia como si no fuera real, ente lo cual ella solo sonrió. Pasaron un rato conversando agradablemente, de pronto ella le dijo en tono de molestia que los tipos de una mesa cercana no le quitaban los ojos de encima y que en voz baja le decían cosas sucias creyendo que ella no los oiría, Luis los miro de inmediato eran dos tipos robustos, altos, peligrosos. sintió crecer la furia dentro de él, acida y ponzoñosa, se levanto lentamente, tomo el azucarero y camino hacia los tipos, -ahorita vengo-, murmuro, Ciel sonrió, se levanto y fue hacia el escenario, acerco su boca al micrófono y comenzó a cantar.

-Sweet dreams are made of these.
Who am I to disagree?
Travel the world and the seven seas.
Everybody's looking for something. - Canto con voz sensual, mientras su cuerpo se movía de manera cadenciosa.

Llego a la mesa de los tipos quedando en medio de los dos, en un rápido movimiento de su mano derecha le pego con el azucarero en la cara al tipo de su izquierda con tal fuerza que el frasco se rompió, de inmediato giro su cuerpo hacia el otro lado para darle un puñetazo en la nariz al tipo de su derecha, este cayó hacia cubriéndose el rostro, el cual le sangraba cuantiosamente, Luis tomo una silla de madera que estaba junto a él y la destrozo en un golpe descendente sobre la cara del tipo de la nariz rota…

-Some of them want to use you.
Some of them want to get used by you.
Some of them want to abuse you.
Some of them want to be abused. - Continuo cantando Ciel aunque nadie le prestaba atención, todos estaban atentos a la pelea. 
 
Para Luis su voz llenaba todo el bar y le impulsaba a acabar a golpes a los tipos, se giro hacia atrás  y vio al tipo de la izquierda gateando con la cara llena de sangre y algunos cristales incrustados, calculo el espacio y dando dos pasos rápidos le dio una brutal patada en la cara, alguien lo empujo desde atrás y se golpeo la cintura en la barra, mientras desde atrás intentaban sujetarlo.
 
-Sweet dreams are made of these.
Who am I to disagree?
Travel the world and the seven seas.
Everybody's looking for something. - Luis volteo a verla, Ciel se beso la palma de la mano y después soplo hacia él, mandándole un beso, le guiño un ojo y eso basto para renovar sus fuerzas.
 
Le dio un codazo en la cara al tipo que intentaba sujetarlo por detrás, luego otro y otro hasta que pudo girarse para seguir acribillándolo a codazos. El tipo se separo de él, se sujetaba con ambas manos el rostro, de entre los dedos le brotaba una cantidad sorprendente de sangre que le empapaba la camisa blanca que traía. Luis le dio una patada en el estomago lo que provoco que se doblara hacia delante y rápidamente tomo una silla y se la rompió en la espalda.
– ¿apoco si muy león?, vamos a ver de a como nos toca…-, dijo un tercer tipo mientras abría la navaja que había sacado de su bolsillo, Luis lo miro y evaluó la situación, la hoja de la navaja era de doble filo y debía medir por lo menos 15 cm. Miro al tipo de la navaja, se veía bastante capaz de usarla sin titubear.
 -la botella, mi amor, toma la botella- , dijo Ciel desde algún punto detrás de él, Luis desvió la mirada hacia su derecha y vio sobre la mesa que tenia junto a él una botella de cerveza a la mitad, volvió a mirar al tipo de la navaja, tomo la botella por el cuello y rogo para que no se cortara, la golpeo contra el filo de la mesa haciendo que se partiera por la mitad, quedándose con media botella que de un extremo sujetaba por el cuello y del otro lado tenía una corona de puntas filosas que lanzaban destellos ámbar.
¿Había visto al tipo dudar por un instante?, no estaba seguro pero creía que si, se acercaba lentamente dando navajazos al aire en forma de medios círculos, Luis retrocedía tratando de quedar lejos de los arcos que dibujaba la hoja de la navaja, estaba esperando la mejor oportunidad, cazándola como el gato a la paloma. y de pronto la vio, solo tenía que esperar y rezar para actuar con la convicción necesaria, espero a que la hoja pasara dibujando su arco y tratando de ponerle toda la velocidad de que era capaz, con su mano derecha sujeto la muñeca que sostenía la navaja y jalo hacia él, sacando de balance al tipo de la navaja, le dio un rodillazo que le saco todo el aire de los pulmones, después se paso el cuello de la botella a la mano derecha y con la izquierda  sujeto la muñeca que aun tenia la navaja y la movió en un arco ascendente para incorporar al tipo y le hundió la filosa corona de la botella rota en la garganta, una y otra vez hasta que broto un inmenso chorro de sangre caliente que le empapo la mano hasta el hombro, fue cayendo lentamente al piso junto al cuerpo del hombre de la navaja, la sangre aun manaba con fuerza y lo salpicaba, podía sentirla, caliente, envolviendo su cuerpo, no podía dejar de mirar esa fuente impía que lanzaba sangre a borbotones, como si fuera una fuente de vida en su modo más libre y salvaje, era como si la sangre fuera un ser vivo, como si bailara para el... hasta que la voz de Ciel lo saco de su ensimismamiento, estaba en la puerta he insistía que se fueran, que la policía no tardaría en llegar, no sabía cuánto tiempo había estado absorto, de la garganta del tipo ya solo salía un hilillo de sangre, y alrededor de ellos se extendía un charco carmesí cada vez más grande, se levanto y apresuradamente corrió de tras de Ciel que iba a una gran velocidad a pesar del vestido, no pudo alcanzarla y al final se tuvo que detener a descansar…
 
 El ruido de un claxon lo saco de sus recuerdos, automáticamente se puso alerta y después se relajo, los empleados aun comían, aun faltaba esperar un poco más. toco ligeramente el relieve del revolver que tenía en el regazo, aun recordaba la forma tan peculiar en que ella se lo había regalado, al llegar de iztapalapa ella lo esperaba sentada en la banqueta, traía una blusa negra y encima un suéter rojo, una falda de tablas roja y unos zapatos negros que parecían zapatillas de ballet, se estaciono y ella corrió hacia la ventanilla para preguntarle cómo le había ido, al saber que todo había salido perfecto se alegro y no le dio importancia que el borrego no se acordara de ella, enseguida lo hizo pasar y le sirvió la cen.
-como sabia que tendrías éxito te cocine una verdadera comida casera, te prepare lo que más te gusta, te lo mereces-, el no podía dejar de mirarla, se veía tan hermosa como un milagro. Cuando ya todo estuvo servido ella también se sentó a la mesa, pero su plato estaba vacío.
 - ¿tú no vas a comer?- pregunto Luis desconcertado.
 -no, no tengo hambre, pero tu si come, todo me quedo muy rico, te va a gustar ya verás-. Termino de comer y paso a la sala en donde ella ya le tenía preparada una charola con una copa de whiskey y un paquete de cigarrillos, se sentó en su viejo sillón, encendió un cigarrillo y tomo su copa, ella estaba descalza, solo con los calcetines, con un pequeño short y una blusa de tirantes, camino lentamente hacia él, contoneándose lentamente y puso en sus piernas una caja de madera, Luis la abrió y en ella vio un revolver con una caja de balas.
-¿porque me das esto? ¿que se supone que debo hacer con esto?-, ella acerco su rostro al suyo, casi rozo su boca con la suya , y le hablo al oído con voz sensual.
-solo es por si lo necesitas, es porque me preocupo por ti y no quiero que te pase nada, tu eres mi caballero y esta es tu espada, ¿dime, vas a defender a tu princesa?-, Luis sentía su cálido aliento en su oído, se estremeció al oírla hablar tan cerca, y cerro sus ojos tratando de guardar esas sensaciones, su voz, su aroma, ese momento por siempre, deslizo su mano para tocar la de ella y la retiro al instante, debido a una sensación helada y desagradable.
-¡¡no me toques!! - grito ella- sabes que no debes tocarme-, camino lentamente hasta estar detrás de el, se inclino y volvió a decir a su oído.
-pero cuando termines podremos estar juntos y te dejare tocarme, porque, ¿quieres tocarme verdad?-, el se estremeció de nueva cuenta y empezó a sudar.
 -si, veo que si quieres, cumple con tu trabajo, hazme feliz y tendrás tu recompensa-.
 
Los empleados de mantenimiento salieron de la cocina económica y se dirigían hacia su camioneta, ese era el momento, bajo y se acerco casi corriendo a ellos cuando ya estaban encendiendo el motor, se acerco a la ventanilla del copiloto, -oye disculpa, ¿en dónde queda la avenida Eduardo molina?-, el tipo lo miro y se volteo a su izquierda para señalar la dirección, Luis levanto la mano que tenía el revólver, le apunto al conductor y disparo, el copiloto miro a su compañero y después volteo a ver a Luis solo para encontrarse con el cañón del revólver, -quítese la ropa y que sea rápido o tendrá espacio para otro ojo en medio de la frente…- le disparo al copiloto apenas se había acabado de quitar la ropa, y se fue apresuradamente, pues se oían sirenas que se acercaban. Como a eso de las 3:30 am. ya estaba llegando a la estación del metro hidalgo, se estaciono enfrente de la entrada del metro, puso las intermitentes y camino hacia la escalera empujando un diablo cargado con 3 enormes cajas de plástico, comenzó a bajar las escaleras del metro, se había pasado toda la noche llenando las pequeñas botellas de vidrio y armando los dispositivos en base a unos videos y planos que había encontrado en internet, la mascarilla y los guantes le estorbaban pero sabía que debía usarlos, debido a que el material con que trabajaba era muy toxico, mientras tanto Ciel lo miraba con ojos anhelantes y traviesos, lleva unos pantalones de mezclilla negros y una camiseta roja, iba descalza y estaba acostada boca abajo con las pantorrillas en alto y con ambas manos se sostenía la cabeza.

por dentro de la reja había un policía, que al verlo con su  traje de una pieza amarillo empezó a quitar el candado, pero al verle la cara se detuvo.
 -¿donde está David?, me dijeron que iba a venir  él y el marcos…-, Luis se detuvo, no había contado con eso, pero repentinamente se le ocurrió una idea.
-me hablo mi jefe hace rato, me dijo que habían llegado bien pedos los dos, así que me mando a mí-, el policía lo miro de arriba a abajo y considero la situación, había algo que no le gustaba en ese repentino cambio de planes, la compañía de mantenimiento nunca había mandado a alguien diferente al nombre que venía en los papeles, y siempre habían mandado a David, había algo que no le gustaba en todo esto.
-¿me va a abrir o no?-dijo Luis en tono de fingida molestia.
 -es que siempre viene David, tendría que checar con la compañía, no sé si…-, ya lo había desesperado, estaba tan cerca de terminar el trabajo y lo único que lo separaba de ello era ese estúpido policía, bajo el cierre del traje de una pieza que llevaba y sé abanico la cara en señal de sentir calor, metió una mano bajo el traje a la altura de la cintura, simulando rascarse, tocaba ligeramente la culata del revólver, hizo un último intento.
-mira, ¿me vas a dejar pasar a hacer mi chamba o no?, tengo otros lugares a donde ir y no me puedo estar esperando, no puedes hablar porque la telefonista llega hasta las 9 y si me voy sin hacer mi chamba, va a ser tu problema, yo ya cumplí con venir y no sé cuando puedan volver a mandar a alguien, así que dime ¿me abres o me voy?-, el policía lo vio y lo pensó un rato, no quería que lo regañaran nada más porque tenía un mal presentimiento, así que abrió la reja y lo dejo pasar, en ese momento fue cuando sintió más intensamente la sensación de precaución, de que debía tener cuidado.
 -¿que llevas en las cajas?-, Luis se detuvo y trato de mirarlo de la forma más natural, -son trampas para ratas, cargadas de veneno, esas malditas no se escaparan-
 - ¿cuánto te vas a tardar?, -pues por mucho como unas dos horas…-, comenzó a caminar, el policía ya no siguió haciendo preguntas, excelente, salvo ese pequeño incidente todo estaba saliendo muy bien, llego al andén que se hallaba desierto, eso estaba bien, podría empezar a trabajar de inmediato y no creía que el policía lo molestara mas, se metió al túnel y encontró un espacio hueco en la pared, debía ser un respiradero, allí comenzó a abrir las cajas y a sacar su contenido, preparar todo no le llevo más de una hora y media, había puesto las cargas en lugares estratégicos, una pequeña carga explosiva unida a una botellita de vidrio, el borrego tenía razón realmente iba a hacer ruido, regreso al túnel, al respiradero, se recargo en la pared y miro su reloj, las 5:15, esperaría, se relajaría y como a las 8, cuando hubiera más gente, empezaría la función.



5
La estación

El policía se dio una vuelta por el andén, ya había acabado su turno, pero le seguía preocupando el tipo de mantenimiento, no le agradaba nada, era como si tramara algo, pero en el andén no lo vio, aunque había demasiada gente, quizás ya se abría ido, eran las ocho de la mañana, de pronto llamo su atención una especie de caja pegada a las vías, emitía una pequeña luz intermitente, se preocupo, eso no estaba allí al cerrar ayer, la idea de una bomba le paso fugazmente por la cabeza, pero la ignoro enseguida, esa “caja” podría ser cualquier cosa, quizás era algo del internet que había en el metro o se le había caído a alguna persona, aunque la caja no le daba buena espina, quizás si bajaba rápido e intentaba tomarla, tal vez pudiera ver que era, empezó a caminar por el andén en dirección a la entrada del túnel, pegado al muro para evitar todo el tumulto que armaba la gente al querer subir primero al vagón cada que llegaba un tren, se detuvo, había otras 3 cajas iguales a la primera a lo largo de las vías, la idea de la bomba regreso a su mente, de pronto vio al empleado de mantenimiento pero ahora ya sin su traje de una pieza, caminaba por el andén, y al llegan a uno de los accesos dio vuelta, pudo ver que en la cintura, por la parte de atrás, llevaba un revólver, sintió una mariposa de hielo que le revoloteaba en el estomago, en una de sus manos llevaba una especie de puro oscuro con un botón blanco en uno de sus extremos. De pronto lo supo, sus temores se vieron confirmados, ya no necesitaba más pruebas.
- ¡¡hay una bomba!! ¡¡Hay una bomba en el andén!!- grito, pero la enorme multitud que se congregaba en el andén solo lo miro, pero no se movió, algunos ya ni siquiera le prestaban atención, se desespero por la estupidez de la gente. desenfundo su arma y corrió escaleras abajo para pasarse al otro lado del andén, al llegar encontró al empleado de mantenimiento a unos pasos del andén,  ocupando una de las mesas de una especie de cafetería, estaba sentado, fumaba, en la mesa descansaba el revólver, miraba con detenimiento la mesa de enfrente y al parecer susurraba algo, ¿el revólver de la mesa se había movido?, no, debió de ser solo su imaginación, le apunto con su pistola, el corazón le latía con violencia, la manos le temblaban ligeramente y deseo haberse ido a su casa en lugar de quedarse a investigar ese presentimiento.

La alarma de su reloj sonó, eran las 8 am, se desperezo, se levanto, se estiro y se quito el uniforme amarillo, estaba algo nervioso, tenía confianza en que la gente no se hubiera dado cuenta de las cajas, camino por el andén, doblo a la derecha y vio una especie de café, camino hacia allí. Se sentó en una mesa, saco un cigarrillo y lo encendió, la empleada se acerco para decirle que apagara su cigarro, pero cuando Luis la vio, saco el revólver que llevaba en la cintura y lo puso en la mesa, la empleada se detuvo y despacio regreso por donde había venido. Ahora lo asaltaba la duda, ¿realmente iba a matar a todas esas personas?, miro hacia el andén, había mucha gente, oficinistas, obreros, familias, estudiantes e incluso una tropa de boys scout, se sentía triste y empezó a preguntarse si había valido la pena todo lo que había hecho hasta el momento, al levantar la vista vio a Ciel en la mesa de enfrente, llevaba un vestido largo de seda, color rojo,  que se le adhería a su figura de una manera seductora, con una orquídea negra en el pecho del lado derecho,  lo miraba preocupada.
 -¿que estas esperando?, ya casi terminas, solo tienes que apretar el botón y estaremos juntos-, Luis la miro a los ojos y todas sus dudas se dispararon.
 -¿pero cómo? ¿Cómo es que podremos estar juntos? ¿Cómo podre estar contigo? ¿Cómo es que al fin podre tocar tu rostro?-, ella lo miro y sonrió.
 -creo que ya sabes cómo ¿no mi amor?-, y levemente empujo el revólver hacia él, al mirarla sonreír todos sus miedos se disolvieron,  levanto la mano en la que tenía el detonador.
-¡¡¡Arriba las manos!!! Deje eso en la mesa y levántese lentamente, no intente nada o disparo-, el policía vio que atrás del tipo de mantenimiento ya se acercaba otro policía, solo tenía que darle tiempo a que llegara, ya le faltaba poco, muy poco.
Luis miro sorprendido al policía, como si no entendiera por que le apuntaba con su arma, aun así apretó el botón.
 - acabo de apretar el detonador de varias bombas que están por toda la estación, estas bombas tienen una carga explosiva junto con cianuro liquido, si yo suelto este botón, toda esta buena gente se muere, así que si quiere dispararme hágalo-, tomo lentamente el revólver de la mesa, lo miro deleitándose con su fría belleza y sé apunto en la sien, miro a Ciel, ella se levanto y camino despacio hacia él, se paró de puntillas y acerco su boca a la suya  lentamente para besarlo, Luis sonrió, lloraba, por fin había acabado, por fin todo había acabado, por fin estaría con Ciel.
 -quizás comenzó esa tarde en el café- se dijo aunque nunca lo supo, se preparo para jalar el gatillo.
Luis cerró los ojos
 El policía que venía detrás de él salto hacia la mano que tenía el detonador.
 El policía que le apuntaba solo contuvo la respiración.
Y el sonido de un disparo se extendió por toda la estación.

San mateo ixtacalco, edo. De mexico, 13 de septiembre del 2011 

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